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miércoles, agosto 20, 2008

La Prensa censura a su columnista estrella


“¿Por qué nos autocensuramos en los medios? ¿Para conservar la pega? ¿Por qué tanto cinismo?”, cuestiona Ricardo Bajo al solidarizarse con la falta de ética con un trabajo de Mauricio Souza.

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- El día que la mayoría de los(as) bolivianos(as) votaban en el Referendo Revocatorio, La Prensa optaba por botar a su columnista Mauricio Souza, sin permitirle ni la réplica ni que se despida de sus lectores. Esa es la libertad de prensa que se aplica en Bolivia.

1. No han pasado once días desde el Revocatorio y ya en la blogosfera se pone en marcha el ejercicio de la libertad de prensa informando sobre las faltas de ética de los que dirigen La Prensa.

2. El blog La Mala Palabra, revista de culturas y espectáculos ha posteado íntegramente la columna que fue censurada por este medio de comunicación y que no fue leída por sus lectores el domingo 10 de agosto.

3. La columna de opinión pertenece a Mauricio Souza Crespo, crítico literario y de cine, quien enseña literatura literatura latinoamericana en Saint Louis University (USA) y colaboró regularmente con columnas de opinión en medios nacionales como La Prensa.

4. Tales muestras de solidaridad con Souza en la blogosfera deja en sospecha a la Asociación Nacional de Prensa, quien al callar otorga.

K.


Estimadas y estimados,

Luego de 8 años de publicación dominical en La Prensa, mi columna Ocho y medio llegó a su fin. Me hubiera gustado ser el responsable de esta despedida: en realidad, haciendo uso de lo que entiende por libertad de prensa, el periódico en cuestión decidió censurar mi última columna (destinada a aparecer el 10 de agosto, día del Referéndum Revocatorio). Hace tiempo que esto de colaborar en medios como La Prensa me parece un ejercicio altamente ambiguo, a ratos hasta indigno. Pero, como sugerí, por lo menos me hubiera gustado despedirme. Confirmando mis sospechas, La Prensa se me adelantó y decidió despedirme, sin avisos y sin explicaciones.

Copio la columna, la última:

Ocho y medio

por Mauricio Souza Crespo

Cinco imágenes de Evo

Cuando decidimos volver a Bolivia luego de 15 años de residencia en Gringolandia, nuestros conocidos reaccionaron ante la noticia de tres formas, según gustos políticos: a) Con una cara de susto, acompañada de exclamaciones que suponían alguna tragedia; b) Con cara de pena, casi conmiseración, por nuestra ingenuidad nostálgica; c) Con cara de incredulidad, matizada por vagas felicitaciones. Me imagino a estas reacciones como determinadas por diferentes imágenes de Evo Morales. Me explico: creo que las maneras de ver a Evo informan, casi groseramente, el imaginario clasemediero sobre la situación del país. Enumero y describo algunas:

Uno: “Evo: Soy la revolución”. Usada por el propio MAS, esta identificación religiosa de un proceso de cambio con una persona reproduce manías de la izquierda más perezosa. Habría, claro, que discutir en principio si los cambios impulsados por el MAS son “revolucionarios” (en mi opinión, simplemente intentan frenar los excesos más cojudos del fundamentalismo neoliberal). Pero eso de promover la identificación de un proceso de cambio con un liderazgo carismático, un “ungido” mesiánico, es un traspié mediático (de los tantos errores masistas de este tipo) en el que se le sigue el juego a la derecha (Podemos, UN, MNR, cívicos, los medios, etc.). Y esto es precisamente lo que habría que evitar: que el posible cambio sea identificado fatalmente con un señor, el Sr. Morales.

Dos: “Evo, uno de los posibles”. Los más optimistas optan por imaginar que los cambios son irreversibles y que, con Evo o sin él, el proceso continuará. Hay, digamos, muchos posibles Evos. La decadencia de los “políticos tradicionales” (confirmada por las encuestas que ellos mismos encargan) parecería ratificar este optimismo. La elección de Savina Cuellar sería otra señal: para ganar, la misma clase de siempre ya no puede ir a las urnas con los mismos k’aras de siempre.

Tres: “Evo, marxista”. Los que viven el gobierno masista como un Apocalipsis sin tregua ni respiro (pese a las evidencias), tienden a resucitar las histerias que apuntalaban el discurso de las dictaduras. El suyo, es una especie de anticomunismo ansioso y arcaico: se habla del “socialismo de Evo”, de un “marxismo anacrónico”, de “avasallamientos a la propiedad privada”, de “ingerencias externas”. Si no fueran efectivas, en los medios al menos, habría que descartar de plano estas imágenes por su torpeza, su primitiva anorexia intelectual. Pero son efectivas. Y ya no importa que hablar de “marxismo” o incluso “socialismo” en el caso del MAS sea absurdo: basta que un par de “expertos” se dediquen al rumor intelectual para que consuetudinarias ansiedades reaccionarias salgan a flote.

Cuatro: “Evo, títere de Hugo”. Dentro y fuera del país, en una veta propagandística que sigue al pie de la letra al Departamento de Estado gringo, la identificación de Evo Morales como una suerte de títere o pelele de Chávez es quizá la que más réditos ha otorgado al trabajo mediático en contra del MAS. Que esos lamentos por la soberanía provengan de los sectores más serviles de nuestra clase dirigente, es lo de menos: de alguna manera, en una proyección de su propio racismo, estos sectores de la población no se pueden imaginar “a un indio” sino como a un “pelele o títere” de otros (Chávez, las ongs, etc.). En término de imágenes, no puedo sino recordar esta: la de varios de esos “defensores de la soberanía” disfrazados de payasos en las fiestas de disfraces que daba la Embajada gringa en La Paz cada año.

Cinco: “Evo, el primer indígena”. Ya se sabe: que Evo Morales ha explotado fuera del país su imagen de “primer indígena” presidente de un país. Y, sin duda, en un universo despolitizado, esa imagen (desprovista a ratos de contenido) lo acompaña a donde vaya. Pero el reverso local, un tanto rencoroso, de esa imagen apuesta a los mismos términos: “cómo pues un indio nos va a representar”. Lo de “indio” se convierte a priori en síntoma del “Apocalipsis masista”: el “indio”, casi por ser indio, lidera una mala gestión (pues “cómo estos indios van a saber gobernar”). En los hechos, los niveles de competencia de esta gestión de indios se han demostrado “inusuales”: más allí donde una serie de gestiones incompetentes (Banzer, Quiroga, Sánchez de Lozada, Mesa) podrían haber demostrado su destreza k’ara. Es decir, en el manejo matizado y distante del liberalismo.



jueves, junio 28, 2007

Mauricio Souza: la categoría erótica en Bolivia es mercadeo editorial


Un ejemplo de Shunga, imágenes eróticas del periodo Heian.



- El experto en temas poéticos de Ricardo Jaimes Freyre disiente de la especie de costumbrismo erótico, en versiones masculinas y femeninas, que hay en “una” literatura boliviana “deliberadamente erótica”.

1. Mauricio Souza, doctor en Literatura y de visita en la ciudad de La Paz, considera que hablar de un “género erótico” es sólo hablar de una categoría inventada por el mercadeo editorial, sostiene Martín Zelaya Sánchez en un reportaje publicado en Fondo Negro.

2. “Sí existe, dice, en la literatura mundial, una gran y siempre aprovechable tradición de la obscenidad, de la pornografía literaria”, aclara Souza.

3. El experto en temas del poeta Ricardo Jaimes Freyre asegura que en la literatura boliviana sucede lo que sucede en el resto: “el erotismo está articulado a otras cosas y perder de vista esa articulación es perderse incluso la carga erótica de esos textos”.

4. Souza ironiza que no tiene mucho que decir “en lo que se refiere a una literatura boliviana deliberadamente ‘erótica’”.

5. El autor de Ricardo Jaimes Freyre. Obra poética y narrativa (Editores Plural, La Paz, 2005) observa que hay, recientemente, una especie de costumbrismo erótico, en versiones masculinas y femeninas.

6. “Estos textos me aburren completamente: creo que corresponden a un puritanismo invertido, algo histérico. Es además un tanto risible que se proponga como provocación, audacia o subversión un registro (el “erótico”) que recorre de pared a pared la cultura de la globalización”, apunta a manera de dejar abierta la interrogante sobre la naturaleza y aún la existencia per se de esta variedad literaria.

7. Martín Zelaya Sánchez, director del suplemento Fondo Negro, sostiene que Souza, siempre dejando en claro su reticencia a encasillar a cualquier obra dentro de esta pretendida categoría, encuentra las mejores vertientes de la sensualidad en la poesía.

8. “Nombro dos casos obvios –argumenta Souza-: Ricardo Jaimes Freyre y Eduardo Mitre, en ninguno de ellos se construyen ‘escenas eróticas’: ofrecen más bien epifanías de la mirada, generalmente detenidas en el cuerpo femenino. Y los dos, de alguna forma, sacan el propio cuerpo, lo cual explicaría el platonismo un tanto reedificador que caracteriza esas epifanías”.

9. Pero no deja de advertir, que “quizá el mejor relato ‘erótico’ de nuestra literatura, La paraguaya (1936) de Augusto Céspedes, construye su erotismo de forma compleja. En otras palabras: para explicar por qué nos excita tendríamos que hablar de fetichismo, de amuletos, de la Guerra del Chaco, etc.”

10. Mauricio Souza Crespo es crítico literario y de cine, y enseña literatura latinoamericana en Saint Louis University (USA). Sus trabajos de crítica se han publicado en revistas especializadas de USA y Bolivia.

11. Su libro Lugares comunes del modernismo fue publicado el 2003 en La Paz por Plural editores. También colabora regularmente con columnas de opinión en periódicos nacionales, sobre todo, en La Prensa.

K.