Movie España-Sensuales, sufridas, españolas, latinoamericanas. Así son las mujeres de Pedro Almodóvar: Carmen Maura, Cecilia Roth, Victoria Abril, Marisa Paredes y Penélope Cruz. Todas han sido motor y esencia del cine del manchego que, con "Volver" (2006), otra vez agarra sensibilidad de mujer. 1. Luego de un paseo por los mundos masculinos de "Hable con ella" y "La mala educación", Pedro Almodóvar regresa a la cuna femenina con
Volver, una película-homenaje a su fallecida madre, que habla de espectros, cuentas aún no saldadas y de, obvio, mujeres, anota Ernesto Garratt Viñes en un fascinante artículo en el suplemento Wikén del periódico digital
El Mercurio.
CARMEN MAURA, LA MUSA FUNDACIONAL

Carmen Maura fue su primera y más importante musa. Una marca que Pedro Almodóvar no quiere sacarse. Prueba de ello es que tras una riña y un alejamiento de dos décadas, otra vez están juntos en
Volver, la historia de una madre muerta, a cargo de Maura, que regresa de la tumba para vigilar a sus dos hijas: Lola Dueña y Penélope Cruz. Maura y Almodóvar se conocieron en los años 70 en plena movida madrileña. Se toparon en el grupo teatral Los Goliardos e hicieron migas al instante. Inseparables, filmaron cortos, mediometrajes, hasta que vino la gran oportunidad de hacer un largo:
Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón en 1980. Luego vendría otra colaboración, la irreverente comedia
Entre tinieblas y hubo risas, chistes y pura felicidad. Así fue hasta 1988 y
Mujeres al borde de un ataque de nervios. Musa y creador ya no se entendían. La cinta, pese a los problemas, fue nominada al Oscar como mejor película extranjera de ese año. Pero la premiación de Hollywood, las cosas no mejoraron entre ambos. Al contrario: Almodóvar exigió que no lo sentaran al lado de su protagonista y la Maura se ofendió. Nadie ganó esa noche. 20 años después, Almodóvar y Maura se sientan uno junto al otro para presentar
Volver por el mundo. En todo caso, a Maura no le faltó creador al cual inspirar. Fue la protagonista del debut en la dirección de Ana Belén en
Cómo ser mujer y no morir en el intento y en los últimos años, Álex de la Iglesia la contrató para sus comedias negras
La comunidad (2000) y
800 balas (2002). Mención aparte merece su viaje a Chile para protagonizar
El entusiasmo (1997), de Ricardo Larraín.
VICTORIA ABRIL, ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO

Si no fuera por la pelea y posterior alejamiento entre Maura y Almodóvar, Victoria Abril no hubiera tenido la oportunidad que se le presentó de sopetón: ser la nueva musa de Pedro. La titular. El manchego la conocía desde que tuvo un pequeño papel en su filme
La ley del deseo. Pero había más razones para recordar el nombre de Victoria. A comienzos de los años 80 se estaba convirtiendo en una notoria estrella. Toda una sorpresa para ella, que se había entrenado para ser bailarina. Casada en 1977 con un ex jugador de Universidad Católica y de quien se separó a los pocos años, comenzó siendo la musa de un consagrado de la pantalla grande: el director Vicente Aranda, quien la apadrinó en polémicos títulos como
El lute, camina o revienta (1987), gracias al cual ganó el Festival de San Sebastián. Pero la vida realmente le cambió cuando Almodóvar le hizo interpretar en
Átame (1990) a Marina Osorio, una actriz porno que es acechada por un tipo con un desorden mental (Antonio Banderas).
Átame convirtió a Abril en una
sex symbol debido a las subidas escenas de sexo de la cinta. En todo caso, gracias a ese erotismo Almodóvar y ella entraron por la puerta ancha a Hollywood. Sin embargo, Abril y Almodóvar colaboraron solamente a lo largo de dos filmes más:
Tacones lejanos (1991) y
Kika (1993). No hubo pelea. Abril se radicó en París, ha hecho cine en España, Francia e Italia y ahora está dedicada a promocionar su carrera como cantante de bossa nova con su disco debut:
Putcheros do Brasil.
PENÉLOPE CRUZ, LA SANGRE NUEVA

Si hay una cara que ha servido para crecer en el cine del manchego ésa es Penélope Cruz. Llevan tres cintas juntos y la española va de menos a más. Todo comenzó con
Carne trémula (1997), donde, en palabras del director, hace de "putilla cateta que se pone de parto y da a luz en un autobús. Eran los primeros minutos de la película y Penélope devoraba literalmente la pantalla". Cruz dice que hizo todo lo que hizo en su carrera previa (desvestirse para Bigas Lunas en
Jamón jamón, o hacerse la ingenua en
Belle epoque) para ser una chica Almodóvar. "Desde los 14 años siempre quise actuar con Pedro", ha dicho la ex de Tom Cruise. Luego de
Todo sobre mi madre (1999), donde hace de una chica contagiada de sida, Cruz vivió una fiebre hollywoodense que la tuvo rodando cintas de tono mediocre (
Las mujeres arriba), hasta que volvió a encontrar el rumbo con
Volver. En la cinta es Raimunda, madre de una adolescente a cargo de la estupenda Yohana Cobo y la hija de Carmen Maura. Cercana y colaboradora estrecha de Almodóvar, Cruz aún no ha sentido el hielo del caprichoso director. "Penélope se encuentra en el esplendor de su belleza", aclara el autor de
Volver sobre su cálida relación creador-musa. "Penélope posee uno de los escotes más espectaculares del cine mundial. Para su personaje en
Volver nos decidimos por las faldas estrechas porque nos recordaban a Sophia Loren. Sólo hay un elemento falso en el personaje de Penélope. El culo. Estos personajes son siempre culonas y Penélope está demasiado estilizada. El resto es todo corazón, talento y un rostro al que la cámara adora. Como yo". Penélope sigue su periplo fuera de España y se da el lujo de filmar con su amiga Salma Hayeck la criticada
Bandidas, mientras los rumores la vuelven a juntar con su ex novio, Matthew McConaughey, debido al nuevo proyecto que los reuniría después de
Sahara. Se trata de
The loop. En todo caso, lo que resulta más seguro es una venida a Chile en los próximos meses. Y de Chile sabe: trabajó con Alejandro Amenábar en
Abre los ojos, de 1997.
CECILIA ROTH, LA MUSA ARGENTINA

No sólo españolas van de musas por los dominios de Almodóvar. También hay espacio para una latinoamericana como la argentina Cecilia Rotemberg, hija de un emigrante ruso y de una chilena exiliada en la Argentina y cuyo nombre artístico, Cecilia Roth, tuvo una presencia muy temprana en el trabajo de Pedro Almodóvar. Roth abandonó Argentina escapando de la dictadura trasandina con su familia y se instaló en la Madrid de la movida, el desenfado y la permanente marcha. Siendo una adolescente con inquietudes en el arte, llegó hasta una promesa del cine de los años 80 llamada Pedro Almodóvar. Comienza a ayudarlo desde sus primeras películas, desde
Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón(1980), pasando por
Laberinto de pasiones (1982), hasta
Entre tinieblas (1983). Incluso en
Qué he hecho yo para merecer esto, se hace cargo del diseño de vestuario de la cinta. A mediados de los 90 regresó a Argentina donde, gracias al vuelo que le da la influencia de Almodóvar, recapitula el camino pendiente en su patria y se consagra como una de las mejores actrices de su generación de la mano del director Adolfo Aristarain. Roth es de este modo una musa por partida doble: en España es una de las chicas Almodóvar y en Argentina colabora con Aristarain en
Un lugar del mundo, de 1992, y
Martín (Hache), de 1997. Pareja del cantante Fito Páez y figura permanente de la escena trasandina, Roth otra vez vuelve a dar un sorpresivo vuelco cuando en 1999 es invitada por Almodóvar a protagonizar su nueva película:
Todo sobre mi madre. Fue uno de los grandes triunfos en la carrera del manchego: ganó el Oscar de ese año a la mejor película extranjera y Almodóvar obtuvo el premio al mejor director en Cannes. Y tras este éxito lo obvio era pensar que Roth se internacionalizaba aún más, incluso en Hollywood: "Hace algunos años hubo alguna posibilidad de trabajar en una película hollywoodense pero lo que me han ofrecido no me interesó, me refiero a historias que no me llenaban en lo más mínimo". Tampoco se trata que no quiera cruzar fronteras. De hecho, y haciendo honor a su ascendencia chilena, trabajó en el filme local
Padre nuestro, que se estrena en las próximas semanas. De Almodóvar a Chile.
MARISA PAREDES, ELEGANTE MADUREZ

Fue Carmen Maura quien hizo el nexo entre Marisa Paredes y Almodóvar en los años 80. Consagrada en los años 90 como una de las bellezas maduras dentro del mundo del cineasta, Paredes ya era una actriz con empuje y reconocido talento cuando se incorporó al mundo del director en la cinta
Entre tinieblas (1983), una insolente comedia donde vestía el hábito de una religiosa, Sor Estiércol. Aunque su arranque había sido en los años 60, Paredes tuvo un receso de varios años antes de refundar su carrera y hacerlo de la mano del manchego. Mientras Paredes resulta la escolta ideal de Victoria Abril en
Tacones lejos (1991), como una madre fuera de su centro, en las siguientes cintas del español logra subir de escalones hasta coronarse como soberana de la cinta
La flor de mi secreto (1995). Allí fue Leo Macías, una escritora de novelas rosa herida y frustrada que regresa al hogar materno, en La Mancha, para curar sus heridas. La cinta alcanza excelente críticas. "Olvídense de George Cukor y hasta de Claude Chabrol, que Pedro Almodóvar, ahora, es el mejor inventor de mujeres del cine: una suerte de Adán con costillas disponibles para crear varias Evas", anota Cabrera Infante en
El País y le quedan palabras para Paredes: "Su actuación recuerda por su soledad a la Joan Crawford de los años 50". Almodóvar, de este modo, rescató a su Marisa del relativo olvido en que había caído dentro del cine español y ayudó a despegar su carrera fuera de las fronteras españolas. Tan lejos llegó que filmó en nuestro país en 1997 la cinta
Doctor chance, con Francisco Reyes y Aline Kupenheim, y también trabajó bajo las órdenes del chileno Raúl Ruiz en
Tres vidas y una sola muerte, junto a Marcello Mastroianni.
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