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miércoles, enero 03, 2007

La familia K. se relame cangrejos en Tomatitas


Así de diminutos y sonrientes, los cangrejos fueron a parar a los estómagos del K. y la señora C.



- Más que la celebración del nuevo año 2007 ó que el recibimiento de la noche buena, el exótico manjar de Tarija produjo chorros de saliva y vino blanco de Aranjuez tanto en el paladar del ciudadano K. como en el de su media naranja C. y en el zumo de su hijo P.

-Donde se cuenta de cómo la familia K. fue a parar a Tarija en busca de cangrejos fritados. Y todo por culpa del filme "Sena/Quina: la inmortalidad del cangrejo" de Paolo Agazzi.

1. El tours familiar interno en la media luna de K. tuvo de todo. Después de algunos segundos de terror y horror en la residencial “Urkupiña” al lado de la terminal de Yacuiba, la familia K. se dirigió al día siguiente (la noche del jueves 28 de diciembre) en el transporte interdepartamental SAMA a la ciudad de Tarija.

2. Fue un viaje nocturno, largo y tedioso en la peor carretera boliviana, todavía ripiada, accidentada y llena de polvo. Mientras se dirigía a la capital andaluza, el ciudadano K. recordó melancólico el viaje a la inversa que hace más de dos décadas realizó junto al poeta chaqueño Jesús Urzagasti, que lo había invitado para conocer a sus familiares, es decir, a su padre, su madre y sus hermanos, que vivían en dicha localidad fronteriza.


Aquí se los ve, rodeados del mote amarillo.

3. La familia K. arribó a la ciudad de Tarija a las 7:30. Acalambrados y aletargados bajaron en la Terminal y buscaron en los alrededores posada para descansar algunos minutos antes de salir a husmear a la calle.

4. Gracias a Dios, el trío familiar K. ubicó un alojamiento familiar llamado “Tarija”, ubicado en la Bernardo Navajas esquina Manuel Raña, a unos pasos de la Terminal. Allí recuperaron fuerzas parte de la mañana y, al promediar las 13:00, salieron a explorar la ciudad de los vinos de altura.


Este es el plato que entrona en la ruta turística a la ciudad de Tarija.

5. Hacía dos semanas atrás, la familia K. había disfrutado del movie nacional “Sena/ Quina” de Paolo Agazzi donde el personaje principal, no eran por cierto ninguno de los malandrines, ni el camba Miami Vaca ni el colla Falso Conejo, sino un cangrejito que para colmo hizo explotar la máquina made in China que afanosamente compró el chapaco Justo Pascual.

6. El movie nacional había producido un deseo profundo en el hijo de K. de visitar Tarija y estimar los cangrejos en vivo y directo. Con ese propósito, la familia K. salió del alojamiento familiar y tomó uno de los buses citadinos que conducen a Tomatitas, a orillas del río Guadalquivir.



7. Cuando llegaron a dicho lugar, nuevamente el K. recordó a Urzagasti y las botellas de cerveza fría que degustaron toda una tarde en una de las cabañas que circundaban el río. Se sintió triste al no ver nada de esas cabañas que cabían en sus recuerdos, sólo un río casi reseco y con riachuelos cristalinos donde campesinos lavaban grandes cantidades de zanahorias.

8. La señora K. preguntó en uno de los kioskos que estaban a la entrada del puente de cemento a dónde servían cangrejos. “Vayan por la avenida, más arribita, ahí hay varios restaurantes”, respondió una jovencita con la característica modulación y ondulación tarijeña.

9. En efecto, a unos trescientos pasos del puente, de frente a frente en la avenida, la familia K. halló los famosos locales que servían no sólo cangrejos, sino doraditos, sábalos y truchas fritadas y al horno. Caminaron hasta el último de ellos y un joven afeminado atendió presto su pedido en una mesa de plástico y sillas amarillas.

10. En pocos minutos de espera, el sueño del hijo de K. fue cumplido. Diminutos y anaranjados, encima de mote amarillo y acompañado de una enorme rodaja de limón, los cangrejos se mostraban sonrientes en el plato que estaba flanqueado por una botella de vino Aranjuez. Y la familia K. puso los dedos en la boca.



11. “Papi esto es increíble”, dijo el muchacho P. mientras tomaba fotografías con su celular de los platos que llegaban a la mesa y la señora C. casi pellizcaba insistentemente el mote y hacía reventar los cangrejitos dentro de sus dientes. “Qué bonitos que son”, decía al comérselos.

12. El K. bebía vino como agua bendita y mordía los doraditos que tenían cierto parecido a los ispis fritos de los mercados de La Paz y hurtaba uno que otro cangrejito a los platos de sus dos amores espirituales: P. y C. “¡Cuánta belleza reunida en la mesa!”, musitó el K. loco de felicidad.

(Continuará…)

K.

Las iluminaciones pertenecen a Pablo Muñoz Mina.

3 comentarios:

Marco dijo...

Sigues en tarija k?
Te dejaré por si acaso mi número, podríamos ir a seguir comiendo un par de cosas ricas que se encuentran por aquí. (70224362)
Salud.

K. dijo...

Hai Marco. Hace rato que ya nomestoy en Tarija. Estuve de paso y fueron dos días y media noche increíbles. Me agradó mucho estar en tu ciudad por segunda vez y después de más de dos décadas. Amo mucho tu ciudad y el ritmo de las vocales de la gente. Hubiera sido lindo conocerte y que me guiaras por tus calles y avenidas. En próxima oportunidad que vaya a tu ciudad te buscaré y te llamaré. Además ya sé dónde trabajarás.
Abrazos querido amigote.

K.

Unknown dijo...

Que envidia K tomarte u vino blanco y comer cangrejos!!

Estando con la familia yo creo que llegas cerca al paraiso!!

Un abrazo!!

Carlos