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lunes, diciembre 03, 2007

El corazón Clarice Lispector


A treinta años de su muerte, la obra de Clarice Lispector sigue siendo fuente de renovación y sorpresas literarias que giran alrededor de la atracción exótica que supo generar esta brasileña nacida en Ucrania.

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- Por estos días, en Argentina se publicó una biografía (Clarice, una vida que se cuenta, de Nidia Battella Gotlib, Adriana Hidalgo), acaban de aparecer sus Cuentos reunidos (Alfaguara) y se lleva a cabo una exposición sobre su vida y obra en el Centro Cultural Recoleta, dice el portal Radar Libro de Página 12.com.ar

- El Blog K. adelanta algunos trozos literarios de ese corazón salvaje que escribía como vieja siendo tan niña.

K.


Nunca supo calcular la verdadera edad que tenía, porque había quedado eternamente enamorada de la palabra.

*Revelación de un mundo

De niña, y después de adolescente, fui precoz en muchas cosas. Para sentir un ambiente, por ejemplo, para aprehender la atmósfera íntima de una persona. Por otro lado, lejos de la precocidad, me encontraba en increíble atraso en relación con otras cosas importantes. Continúo por lo demás atrasada en muchos terrenos. Nada puedo hacer: parece que hay en mí un lado infantil que no crece más.

Hasta pasados los trece años, por ejemplo, estaba atrasada en lo que los americanos llaman hechos de la vida. Esta expresión se refiere a la relación profunda de amor entre un hombre y una mujer, de la que nacen los hijos. Arreglarme a los once años de edad consistía en lavarme la cara tantas veces hasta que la piel estirada brillase. Yo me sentía lista, entonces. ¿Sería mi ignorancia un modo tonto e inconsciente de mantenerme ingenua para poder seguir, sin culpa, pensando en los varones? Creo que sí. Porque yo siempre supe de cosas que ni yo misma sé que sé.

(...)

Los libros

En otra vida que tuve, a los 15 años, con el primer dinero ganado con mi trabajo, entré orgullosa, porque tenía dinero, a una librería, que me pareció el mundo en el que me gustaría vivir. Hojeé casi todos los libros de los mostradores, leía algunas líneas y pasaba a otro. Y de repente, uno de los libros que abrí contenía frases tan diferentes que me quedé leyéndolo, capturada, allí mismo. Emocionada, yo pensaba: ¡pero este libro soy yo! Y, conteniendo un sentimiento de profunda emoción, lo compré. Después me enteré de que la autora no era anónima, siendo, por el contrario, considerada una de las mejores escritoras de su época: Katherine Mansfield.

Otra vez, en otra vida que tuve, yo era socia de una biblioteca circulante. Sin guía, elegía los libros por el título. Y así fue como un día elegí un libro titulado El lobo estepario, de Hermann Hesse. El título me gustó, pensé que se trataba de un libro de aventuras tipo Jack London.

El libro, que leía cada vez más deslumbrada, era de aventuras, sí, pero otras aventuras. Yo, que ya escribía pequeños cuentos, de los 13 a los 14 años, fui alimentada por Hermann Hesse y empecé a escribir un largo cuento imitándolo: el viaje interior me fascinaba. Había entrado en contacto con la gran literatura.

* Este texto fue armado con palabras de Clarice Lispector recogidas de los libros Clarice, una vida que se cuenta, de Nádia Battella Gotlib, y de Revelación de un mundo (Adriana Hidalgo, 2007 y 2004, respectivamente), así como de entrevistas y declaraciones varias.

1 comentario:

Clayton C. dijo...

Ella Sabía