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viernes, noviembre 24, 2006

“Nuestra política es la que está podrida”, asegura la Vero Vero





- Verónica Rocha, Marco Montellano, Sebastián Molina y José Luis Exeni R. son el cuarteto perfecto que acribilla desde La Paz, Santa Cruz de la Sierra y Tarija al podrido sistema de Bolivia desde diferentes ángulos y con diferentes destrezas de análisis, opinión, diálogo, crítica y humor.

- Hace algunas horas atrás, la fortuna divina ha querido hacer leer al ciudadano K. un texto que ha posteado VeroVero desde su blog Concienciobediencia, con un cinéfilo título “El día en que murió el diálogo”.

- Concuerdo, como bloguero consumado, con todas las apreciaciones de Vero Vero que aseguran que la política en Bolivia tiene “menú completo”: a saber, todos los viejos políticos (el Club de Tobi de Podemos, la sucursal de comida chatarra de UN y el ritmo “nina nina” del MNR) aseguran que son víctimas de la “dictadura” del Presidente y se presentan como grandes campeones de la democracia y tenaces defensores de la Carta Magna, que por más de 25 años han mancillado ante la imposibilidad del “soberano”.

-Hay que agregar a este menú a lo Vero Vero a los comités cívicos y las prefecturas departamentales, último reducto de una derecha que es defensora de las familias de latifundistas y quiere perpetuar privilegios en una Bolivia que recientemente ha empezado a caminar en libertad e independencia.

- Pero veamos sus líneas y gocemos con tanta criba que tiene mucho de género, juventud y osadía, en estos tiempos cuando el reciclaje político (Podemos sucursal de ADN y UN sucursal del MIR) ha usurpado las estrategias de los movimientos sociales (huelgas de hambre, bloqueos y marchas) para imponer ante el “soberano” que Bolivia es tierra de “pocos” (14 familias latifundistas son dueñas del medio queso cruceño) y “vacas” ( miles de cabezas son dueñas de más hectáreas orientales que un ciudadano).

K.



El día en que murió el diálogo

Por Vero Vero

La democracia patas arriba, eso es lo que es. Tenemos (mala) suerte de vivir en este tiempo, con sus peros, tiene cosas alucinantes; – que no dejan de incitar algunos morbosos placeres – por poner un ejemplo: quién diría que algún día veríamos a un Doria Medina en huelga de hambre, o a la gente de la CAO y de Confeagro bloqueando caminos y provisión de servicios. Nuestra política tiene de todo, menú completo. El MAS los (a)rodillo.

Recapitulemos.

Durante la última veintena de años, el panorama deliberativo del país no ha hecho otra cosa que estereotipar la imagen que podemos tener de nuestra democracia. A tal punto que tenerla patiarriba (y a nosotros con cara de circunstancia) nos hace pensar que estamos bordeando los límites que nosotros mismos le hemos puesto.

Tal vez volteando un poco la tortilla, podamos todos comprender (actores y/o espectadores) que las arenas decisivas de nuestras vidas y destinos terminan siempre reduciéndose a una pulseta por el poder que, con sus miserias incluídas, poco ha cambiado. Pues, con gustos y conveniencias propias, todos hemos acomodado a nuestro favor el discurso democrático; y nuestra cultura política, su fiel lazarillo, no se queda atrás. Este intento, por supuesto, no es la excepción.

Sin embargo, si en algo básico deberíamos estar de acuerdo es en los valores que componen una cultura democrática –que debería ser madre y no hija (reconocida a conveniencia) de nuestra cultura política- y entre ellos como uno de los más primordiales, a las acciones deliberativas, al diálogo pues.



Porqué si bien muchas cosas están cambiando en el país, en el marco de la legitimidad, muchas otras no han cambiado nada, ni parece que quisieran hacerlo, nuestra maleada práctica política por ejemplo nos hace pensar que no eran precisamente los políticos los podridos (con hartas excepciones, pero salvando a la generalidad) sino que nuestra política es la que está podrida (que no es lo mismo que nos tenga podridos).

Y así en un ámbito de descomposición, podemos (no) entender que los fines y actores han cambiado, los caminos/prácticas para nada. Y surgen un sinfín de preguntas, pero ocupémonos de una por el momento: la comunicación es un insumo para la política? Porque a saber, para marketearla, lo es. Para denunciarla, comúnmente. Para emitir mensajes ideológicos, la mayoría de las veces. Pero para actuar de premisa básica en su (de) generación, casi nunca. La comunicación y la política se reúnen varias veces y en varios ámbitos, sin embargo parece que no asistieran a su más importante reunión, al génesis de la política y democracia. Un simple diálogo.

Las iluminaciones de este post son de Valbona Atanaskovska-Bona.

2 comentarios:

La Vero Vero dijo...

Señor K:
No puedo hacer otra cosa que enternecerme como lechuga ante este post y sus iluminaciones y tomarlo como una ofrenda virtual a esa pequeña trincherita con/desde la vida, llamada concienciobediencia.

Un abrazo fuerte y gracias, gracias.

K. dijo...

Dale dale a lo Vero Vero.
No a le mero macho, porque eso es puro machismo con el que no congenio ni en pintura. Ja.

Uks (interjeccción que utilizan los chimane al inicio de sus cantos poéticos que nadie más que ellos conocen y leen en el claro de la selva).

K.