El ciudadano K. tiene la misma paciencia de Jah: habla, lee, escribe y alaba la poesía en todas sus formas, porque la emergencia de la belleza es constante y su corazón está a punto de desfallecer: "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres", profiere K. mirando los rojos ponientes de Culpina K, un pueblito creado por el artista plástico Gastón Ugalde en el desierto de Potosí.
miércoles, febrero 21, 2007
La plegaria de Jabes
Este libro ha sido leído por millones de personas para cambiar a una vida sobrenatural y llena de bendiciones.
Dios
- Esta plegaria “sencilla” perdida en el Antiguo Testamento ha provocado una extraordinaria prosperidad en la gente que lo hace parte esencial de su vida.
- El libro escrito por Bruce Wilkinson sobre la oración de Jabes ha vendido más de once millones de ejemplares en los Estados Unidos de Norteamérica.
- Esta obra ha sido traducida a varios idiomas.
1. ¿Estás listo para el cambio trascendental en tu vida? ¡Por supuesto, estamos hablando del cambio trascendental de Jabes!
2. El autor, Bruce Wilkinson, introduce a Jabes, uno de los más ignorados héroes de la Biblia.
3. La simple oración de un hombre que apenas se menciona en la Biblia, es la base del libro «La oración de Jabes».
4. A principios de la década de 2000, el libro escrito por Bruce Wilkinson estuvo durante meses encabezando la lista de libros más vendidos en Estados Unidos.
5. Hugo Bouter asegura que la historia de Jabes comienza con dolor y tristeza. La palabra “dolor” es utilizada doce veces. Su madre le había dado el nombre de Jabes (= que causa dolor), debido a que ella lo había dado a luz con mucho sufrimiento.
6. Jabes pide en oración (ver texto debajo de estas líneas) ser librado del daño del mal. Aun cuando fue un hijo nacido del dolor, él fue prominente entre sus hermanos. Leemos que incluso fue más ilustre que sus hermanos.
K.
La oración de Jabes
Invocó Jabes al Dios de Israel diciendo:
¡Oh, si me dieras bendición,
y ensancharas mi territorio,
y si tu mano estuviera conmigo,
y me libraras de mal,
para que no me dañe!
Y le otorgó Dios lo que pidió.
(I Crónicas 4:10)
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