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lunes, julio 02, 2007

Un poema para la ciudad de Isfahan


Las maravillas iránicas de Isfahan.



- Nuestro gran amigo Francisco Azuela ha creado otro poema dedicado a una ciudad antigua de Irán.

- Hace algunas semanas atrás estuvo en Teherán y ha quedado impresionado por la belleza de esta ciudad y por las otras donde estuvo como invitado en un encuentro de poetas a propósito de América latina.

K.


ISFAHAN

Por Francisco Azuela
(Poeta mexicano residente en Bolivia)

A Isfahan, Ispahán,
antigua Aspadana,
ciudad de grandes augurios.

Al Centro de Literatura Moderna de Irán,
con afecto sin límites.


I
Mañana
cuando nos vayamos
en medio de los vientos
que dejan hojas perdidas en el horizonte
y un frío de espinas en el alba
cruzando atardeceres,
tú estarás allí
sublime y espontánea
en tus puentes
del siglo diecisiete,
río del norte Zaindeh Rud,
puerta Alí-Kapu,

II
Río y luz
noche de los tiempos,
si un día yo muriera
en tu seno de mezquitas de oro
y cementerio
con mis ojos en la Masjid-i-Shah
y en la Masjid-i-Shaikh-Lutfullah
de azulejos y tejas persas,
desearía reposar mis huellas
y mi tiempo
en tus orillas donde la alborada
tiene un nombre verdadero,
Alá y el canto de sus pájaros
que no olvidan al mundo
ni el sufrimiento de estas naciones
sometidas al hambre,
pena y lágrimas.

III
Vi los ojos de Alá en el Corán
su corazón en Irán,
patria de amor, de esperanza
y de sueños.

IV
Isfahan,
cubierta como un misterio
en el manteau y el chador,
cultivadora de algodón,
seda y lana;
brocados y alfombras
como la de Ardabīl;
tierra de metal que canta
el santour en mazos de madera
y el Xanê Keyqa,
jardines donde habitan los ángeles;
el Chihil Sutun
cuarenta pilares donde duermen los siglos,
lo mismo que en Shīrāz
uvas, madera y plata,
tumba de Hafiz y Sadi,
mezquita Masjid-i-Jama
cerca de Persépolis
y Qom,
Kum y Kom
nueces y amapolas de cristal
en la orilla del río
y sus murallas

V
Voy al encuentro de tus derviches
monasterios
tekkes y khanagahs,
los que cantan su dirge
zikr,
los kadiris
tristes aulladores de cantos,
los comedores de vidrio y brasas calientes,
tragadores de espadas,
los de la orden mawlaw y mevlevi
bailarines y giradores del poeta
Jalal ad-Din Muhammad Din ar-Rumi,
los qaladaríes vagabundos de vida
y abandono.

Tu madrasa Shah Hussain,
puente y arcos sobre el río Zaindeh Rud.

VI
Negra memoria de los selyúcidas
cruel Tamerlán
duerme en Shimkent
Kazajstán,
mausoleo Gur-i Mir en Samarcanda.


"en el centro rojo oscuro de mi corazón", dice Azuela casi al final de su fascinante poema.

VII
Abbas I el Grande,
sha Safawí de Irán
tierra de arios,
mecenas de las artes,
uzbecos y otomanos
hasta el Tigris y el Indo.

VIII
Persia
región de los Aquemenes
Ciro el Grande,
lago Urmia
Orumiyeh,
descendencia del río Nilo
y el mar Rojo,
triste batalla en Maratón
y Salamina.

IX
La memoria de la historia
se estremece con los seléucidas
y los sasánidas,
ríos Éufrates y Tigris,
heftalíes
hunos blancos.

X
Isfahan
donde se da el otoño
serenidad de agua que corre
sangre azul de los árboles,
canto interior de piedras preciosas
almas en plenitud
himno a la vida,
ciudad hermana de las estrellas,
horizonte que habito en mi retorno
con al-Rahman misericordioso
al-Rahim compasivo,
Abd Allah,
Abd al-Rahman,
Abd al-Rahim
y la kalam Allah,
palabra de Dios
en el centro rojo oscuro de mi corazón
cuando nos hayamos ido al otro crepúsculo
lámpara delgada de la primavera,
color sensible del silencio.

La Paz, Bolivia, junio 30 de 2007.


La rúbrica de Francisco Azuela.

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