El ciudadano K. tiene la misma paciencia de Jah: habla, lee, escribe y alaba la poesía en todas sus formas, porque la emergencia de la belleza es constante y su corazón está a punto de desfallecer: "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres", profiere K. mirando los rojos ponientes de Culpina K, un pueblito creado por el artista plástico Gastón Ugalde en el desierto de Potosí.
sábado, marzo 31, 2007
Defensa del "Rata Buey"
Estoy seguro que alguien igualito a éste no dañaría ni a un mosquito con su visera de periodista. Pero el vuelo libertario de sus palabras asusta tanto a prefectos como a camarillas de "Villa de San Bernardo de la Flojera", Tarija.
- Este post tiene que ver con la maldad que le hicieron “a nuestro buen Marco Montellano” en Tarija -lo echaron del periódico- por un artículo crítico que escribió sobre el Prefecto, a quien no conozco ni quisiera conocer.
- Con este post iniciamos una "mini-campaña" contra el autoritarismo y la intolerancia que reina en tierras del sur.
- El ciudadano K. está segurísimo que no hay libertad de prensa en Tarija.
- "Una cosa buey, no estoy contigo (Marco) pero defenderé con ahinco la libertad de tus opiniones", advierte el K.
- El ciudadano X me ha enviado su protesta (FadoCracia) y defensa del “Rata Buey”, como anticipo sabatino, porque saldrá este domingo en la página editorial de La Prensa.
K.
FadoCracia
José Luis Exeni R.
Respetos guardan costillas. En la bella ciudad de Tarija, un sufrido-veterano periodista está siendo objeto de inusual discriminación y odio por el solo motivo de hacerse llamar “Rata Buey” (su otro apodo, menos provocativo, es Julio Haragán). Pero el problema no es tanto el nombre, sino la devaluación del oficio. Este colega ha recibido ultrajes varios por su bisoña defensa, en un artículo, del Prefecto para quien trabaja. Hay quienes lo acusan de vulgar mercenario. Otros, menos radicales, dicen que sólo es un bufón. Yo me quedo con lo de Rata Buey. Como sea, lo más preocupante es que el perioficialismo, en faena de vocería-escolta de poderes/patrones fácticos, confronta hoy en tierra chapaca un serio síndrome de intolerancia. ¿Y las libertades de expresión y de prensa? Pregúntenle al canallita (perdón: canillita) de la Plaza. Guardémonos, paisanos, de que el autoritarismo y el compadrerío pesen más que el pluralismo y la democracia en el/nuestro (Nuevo) Sur que –como asegura Benedetti y canta Serrat– también existe.
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