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viernes, abril 27, 2007

Murió Watanabe


El poeta José Watanabe en recital. Marzo 14, 2006.



- El poeta peruano José Watanabe, quien falleciera la noche del miércoles víctima de cáncer de esófago, es velado en la parroquia Medalla Milagrosa, del distrito de San Isidro.

- Según información de RPP, sus retos serán sepultados este sábado 28 de abril en el cementerio Parque del Recuerdo, de Lurín.

1. El poeta peruano José Watanabe, fallecido el miércoles repentinamente a los 61 años por un cáncer a la garganta en el hospital Neoplásicas de la ciudad de Lima, realizó su obra poética con pocas palabras que, a su vez, tenían la capacidad de hacer mágica la vida cotidiana, dice EFE.

2. Watanabe fue, además de poeta, editor de libros para niños y adolescentes, guionista de cine y teatro, gerente del canal estatal de televisión durante el Gobierno de Transición de Perú (2000-01), y un fanático de la música en todas sus variantes.

3. Nació en 1946, de padre japonés y madre andina, en Laredo, localidad ubicada en el departamento de La Libertad, al norte de Perú.

4. A los 24 años, obtuvo junto a Antonio Cillóniz el primer premio del concurso "Poeta Joven del Perú", que organizara la revista Cuadernos trimestrales de poesía, galardón que ganaron antes los célebres poetas Javier Heraud y César Calvo.

5. Los libros poéticos de Watanabe son: Album de familia (1971), El huso de la palabra (1989), Historia Natural (1994), Cosas del cuerpo (1999), Habitó entre nosotros (2002), La piedra alada (2005) y Banderas detrás de la niebla (2006).

6. El sitio Trome.com refiere que tres representantes de la Generación del 70 del Perú han fallecido recientemente. Primero Jorge Eduardo Eielson, más tarde Pablo Guevara Miraval y ahora José Watanabe. Antes, el 2005, dijo adiós Washington Delgado.


La obra poética de José Watanabe es una de las más bellas y cautivantes de la poesía contemporánea en lengua castellana.


Resurrección de Lázaro

El poder de su voz venía del convencimiento
de que él era Él,
y así llegó hasta tu sello de piedra
para ordenar que tus carnes entraran nuevamente
en el tiempo.

Y ahora limpia el atroz perfume de la muerte
en agua clara y fresca: lava tus largas vendas
en la corriente del río
como los pobres desaguan los interminables intestinos de ganado
que guisan y comen,
y luego enróllalas
y guárdalas.

Sé, pues, precavido
porque nadie sabe hasta cuándo durará el terrible
milagro.
Él dijo que te levantaras y no dijo más, ninguna promesa.
Tal vez solo tienes apurados días
para contemplar con tus ojos de carne rediviva
a tus hermanas comiendo pan y mollejas.

Debo decirte, Lázaro,
que aquí en Betania ya no tenemos noticias del Milagroso.
Sin profetas nos sentimos muy solos.

Cuando retornes a tu sepulcro
no volverás a escuchar
su voz impertinente detrás de la piedra.


De Habitó entre nosotros

K.

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