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domingo, abril 05, 2009

El “vulgar intertexto” de Christian Vera Ossina


Christian Vera Ossina, el reciente ganador del Premio Nacional de Poesía "Yolanda Bedregal" 2008. Ciudad Trilce -dice Vera Ossina- "es un pastiche enrevesado que se entrampa bajo una expresión que intento que no sea poética".

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- Juan Carlos Ramiro Quiroga (*), componente del jurado calificador del Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal” 2008, efectúa un detenido repaso al poemario ganador y a los finalistas. La lectura fue publicada este domingo en Fondo Negro de La Prensa.com.bo

1.“En Ciudad Trilce, el lenguaje sufre una profunda fisura; funciona bajo la metáfora de Frankenstein, el monstruo ficcional que pierde el control, se desborda y se apodera de todo, ataca a su creador aborrecible, asfixia al amo, lo mata, lo fragmenta”.

2. La advertencia inicial de Christian Vera Ossina (32), en el papel ominoso de Dashiell Hammett, a la entrada de su infierno: “Ciudad Trilce (pRosa-poÉtica)”, ya exponía su imponderable actividad intelectual, o delincuencial, de quitar aquí y quitar acullá en la vasta planicie literaria. Por un lado, el poemario juega a ser lo que no es: una novela negra; y por el otro se muestra como el artefacto que es: una pRosa poÉtica de doble filo.

3. Sí, Ciudad Trilce funciona bajo la metáfora de Frankenstein (el monstruo humano proscrito del control social) o algo más nuestro o cercano a la feria literaria que nos aqueja de tiempo en tiempo: la metonimia entrañable que trae consigo el traje saenzeano del aparapita que, más que mostrar la aglomeración de los remiendos, muestra “el monstruo ficcional” que se apodera de todo, incluso del lenguaje y de su hacedor.

4. A mitad de ese camino, como Dante en La divina comedia, Ciudad Trilce da paso inseguro en “un vulgar intertexto donde copulan las hipérboles con el hipérbaton”, es decir, la exageración con la sagacidad poética, porque aquí no hay nada que probar o dilucidar, salvo que el lenguaje es un tramposo o un tahúr o un asesino con cara de samaritano.

5. Imposible no dar crédito a estas pistas verbales que comienzan a bosquejar el cuerpo del delito en que hasta el momento se ha convertido la Ciudad Trilce, que exhibe entre líneas las lecturas increíbles por las que Christian Vera Ossina la hace atravesar irredento en un delirio literario plagado de Finnegan’s Wake, Castalia Bárbara, Altazor, Pantagruel o Recorrer esta distancia en ciernes.

6. Pero nada de eso importa en Ciudad Trilce, salvo esa pRosa poÉtica a kilómetros poliédricos de distancia, a 45 páginas de las alimañas andróginas que olfatean la mano del aHsesino. No sé qué ha querido decir Christian Vera Ossina con toda esta línea que se cuela en el intertexto de su obra, pero me extravía hasta la extravagancia poética o hasta la escritura automática.

7. Y como Joyce o como Kafka o como Flaubert o como Martin Adán, me quedo a esperar un crimen que nunca llega o que jamás llegará en Ciudad Trilce, porque un golpe de dados jamás abolirá el azar.

8. O para decirlo en la pRosa poÉtica de Christian Vera Ossina: no hay el crimen, no hay la pesquisa, no hay la intriga, no hay los testigos, no hay la víctima en Ciudad Trilce, es decir, no hay nada, sólo los paréntesis que permiten las cópulas de las vocales y consonantes. Y el lector se queda mudo ante tal espanto como una H muda.

8. Si Christian Vera Ossina ha conseguido tal efecto en el lector, es que Ciudad Trilce es nomás ese gran poema del cambio climático que afecta el lenguaje poético y que aguardábamos hace rato los poetas bolivianos, aquellos que jamás nos atrevimos a cruzar el austero camino de las usanzas y las remembranzas verbales, por miedo a que nuestro solitario fervor poético sea devorado por el animoso coloquialismo narrativo.

9. Christian Pablo Vera Ossina nació en La Paz en 1976. Es licenciado en Literatura y trabaja como docente en la Universidad Católica Boliviana (UCB) y en el colegio Alemán Mariscal Braun.

10. Fue periodista de deportes y economía y publicó trabajos académicos. Tiene un blog llamado La palabra esférica en el que postea notas sobre el fútbol boliviano e internacional.

* Poeta y crítico


Los cuatro poemarios finalistas, uno por uno


La línea karaoke de Vadik Barrón
1. Por la misma línea coloquial, en estilo karaoke, va Rocanrol y canciones del futuro, de Vadik Barrón (32), libro que quiere y logra ser “sexy y sucio” a su manera. Sexy, porque su lenguaje es atractivo y sonoramente clarito como el agua; sucio, porque su lenguaje capta, como Woody Allen, los menesteres más profundos y reprimidos del entendimiento humano.

2. Armado de los elementos musicales, Vadik Barrón trastoca con soltura las paredes verticales de la poesía y alcanza el Parnaso para arrojar a sus mastines sobre los poetas de la tercera edad.

3. Ni duda cabe, Vadik Barrón pertenece a los poetas del fin del mundo. En la soledad de su canción rocanrolera o en sus canciones del futuro hay un presagio, un fantasma o un ovni, aquello por lo que murió un Jimi Hendrix o por lo que falleció un Jim Morrison o por lo que estiró la pata un Kurt Cobain.

4. “Ser un monstruo inconmensurable” o una “naturaleza muerta”, el poemario de Barrón avanza a paso firme, con bombos y platillos, en ambos efectos de sentido.


El “manicure” de Pamela Romano
1. El poemario de Pamela Romano (27) es cualquier pulgar, meñique, medio, índice o proximal, menos Cualquier dedo fracturado, como parece ofrecernos en el título.

2. Su libro es textual, contextualizado o tejido de citas de aquí para acullá. Recurre a esta simpática evocación literaria para hacernos sentir en vivo y directo el paso de los dedos sobre las hojas: la lectura de los poemas no es sólo mirada silente, es también la creación de las manos.

3. He aquí que Pamela Romano muestra el pulgar y todos los dedos de la mano con tanto denuedo poético. Y todo para qué. Para exhibir su “manicure” poético.


El catálogo “cool” de Diego Andrés Mejía
1. Bijeuterie finee, de Diego Andrés Mejía (28), es todo menos un libro de poemas. No obstante, he ahí la magia de su poesía.

2. Por un lado parece un catálogo de joyas, por el otro un catálogo de perfumes o un catálogo que ofrece los porcentajes de las gangas o rebajas del día en algún comercio.

3. Una vez resuelto el gancho promocional, emergen las baratijas verbales y los poquísimos engarces de oro purísimo que nos llena de azoro.

El libro empolvado de Javier Ernesto Fernández
1. Extravíos y memorias, de Javier Ernesto Fernández (38), está creado a la medida de nuestras tradiciones poéticas.

2. Lleno de perplejidad y de asombro, el mundo de Fernández se ocupa de aquellos juguetes vivenciales que hemos dejado abandonados para siempre en los cajones de un cuarto oscuro. Es como un libro empolvado que no vamos a volver a leer.

La iluminaciones primera es de Fondo Negro, segunda y tercera son del Facebook de Barrón y Romano mientras la cuarta pertenece al ciudadano K.





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  • 2 comentarios:

    Anónimo dijo...

    Habría que leer los poemarios. Conozco a Pamela y ... Diego de la carrera de literatura

    anónima

    ah y tb participé pero no pasó nada...

    K. dijo...

    "El ciudadano K. aconseja leer no sólo al ganador, sino a los cuatro menciones de honor de la octava versión del Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal", dice el K.

    Uks.

    K.